Al no ser animales domésticos las iguanas pueden tener un período más o menos complicado de adaptación al terrario, pudiendo presentar incluso comportamientos agresivos. Este carácter de la iguana tiene una componente genérica aunque también influyen los estímulos de su alrededor.
Los ataques pueden convertirse incluso en frecuentes, formando un circulo en el que la iguana ataca más porque el contacto con su dueño no es habitual y tiene desconfianza y éste deja de tomar al animal por temer dichas agresiones.
Los ataques suelen deberse a dos causas diferenciadas. Durante la época reproductiva, el momento más habitual para ello, en otoño para los machos y para las hembras durante la puesta de huevos, de enero hasta marzo, se produce en el caso de los machos una lucha por su territorio y aumenta su agresividad.
Es probable también que la iguana pueda atacar por desconfianza hacia su propietario, considerándolo un peligro. Es más frecuente en las iguanas que han nacido en libertad y que se capturaron posteriormente.
Solución a este comportamiento es la de habituar a estos animales a la presencia del propietario, dedicarles tiempo a ello y se convertiran en mascotas mansas y nobles.
Cuando se acostumbre a la presencia humana, se podrá intentar entrar en su territorio; la cogeremos apoyandola sobre nuestro brazo como si fuese una rama de árbol. Se evitarán sustos si colocamos los dedos detrás del ángulo de su mandíbula inferior.
Un macho puede convivir en la época de celo en libertad hasta con cinco hembras, con lo que se deduce que no debe de haber problemas de convivencia entre ellos. Sin embargo varias iguanas macho en un mismo terrario se pelearían continuamente.
El lenguaje corporal de las iguanas es el que nos delatará sus intenciones y próximos movimientos. Los reptiles no emiten sonidos, por lo que habrá que prestar especial atención a sus movimientos.
Si la iguana tiene la pupila contraída y mueve la cabeza de abajo arriba, imitando un movimiento afirmativo, es probable que se esté preparando para un ataque por incursión en su territorio. Habrá que tener especial atención también con el movimiento de su cola, el principal medio de defensa.
Si la iguana se manifiesta erguida y altiva, estirándose mucho e hinchando su cuerpo quiere invitarnos a que nos alejemos; si no lo hacemos la respuesta agresiva está asegurada. Sin embargo, si esta tumbada cerrando los ojos y apoya la cabeza en el suelo significa que está contenta y relajada.
martes, 15 de enero de 2008
La iguana, su comportamiento y sus peligros
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