lunes, 21 de enero de 2008

Tu mascota sufre de alergia

Una de las enfermedades que resulta más difícil de explicar son las alergias de los animales. ¿Cómo explicar que todos los síntomas de un perro son debidos al polvo del hogar cuando otros dos perros, un gato y las personas que viven en la misma casa están perfectamente sanos? ¿cómo hacer entender que las lesiones dermatológicas de tu perro son debidas a las picaduras de las pulgas cuando en el animal casi no se ven pulgas y muchos otros perros, llenos de pulgas presentan pocas o ninguna lesión? En efecto, entender las alergias no es tan fácil.

Las lesiones y síntomas de los alérgicos están producidas, por tanto, por los propios mecanismos defensivos del animal, en su lucha contra una sustancia extraña (el polvo del hogar, el polen, las pulgas, un alimento...). Por ejemplo, la aplicación de un fuerte ácido sobre la piel de un animal provoca una dermatitis aguda; es evidente que, en este caso, no se trata de una dermatitis alérgica: todos los animales en contacto con este ácido responden igual al contacto con el ácido, con una fuerte dermatitis. Un número muy reducido de perros reacciona también con una dermatitis al contacto con ciertos plásticos. Si se trata de un plato de la comida, presentan una inflamación en el hocico y en los labios, en ocasiones grave. En este caso el problema no radica en el plástico (la gran mayoría de perros no reacciona contra él) sino en las defensas de algunos animales, que responden exageradamente al contacto con el plástico. Las alergias son enfermedades de origen genético, hereditarias (aunque el mecanismo de herencia es complicado y no se conoce bien), individuales, no contagiosas y no pueden curarse: el animal que es alérgico a una sustancia lo será toda la vida.

Las alergias más frecuentes del perro y del gato son las alergias cutáneas. Se trata de inflamaciones de la piel con fuerte prurito, debidas a la reacción exagerada de la piel frente a una sustancia concreta. Se supone que entre un 5% y un 10% de los perros y gatos son alérgicos frente a algún producto.

En animales de pura raza la proporción probablemente sea mayor. Sin duda son el principal motivo de consulta dermatológica. De esta forma podemos decir que los cuatro grupos de sustancias que más frecuentemente son responsables de estas dermatitis alérgicas son las pulgas, el polvo de la casa, los pólenes y algunos alimentos. El caso de la dermatitis alérgica a la picadura de pulga (la más frecuente) es paradigmático. Un perro alérgico es hipersensible a las pulgas. Una sola picadura cada 5 o 7 días es suficiente para mantener su picos y sus lesiones cutáneas. Los perros no alérgicos soportan muchísimo mejor las picaduras de las pulgas.

Obviamente si se evita el contacto con la sustancia responsable, los síntomas desaparecen, pero esto en muchos casos no es posible. En ocasiones porque no se conoce el agente responsable y en otras porque eliminarlo es difícil (polen, polvo de casa...). En los casos de alergia a las pulgas el tratamiento suele concentrarse en eliminar estos parásitos, tratando tanto a los perros (con insecticidas de aplicación cutánea o sistémica) como al ambiente. Las pulgas, además suelen agravar todas las enfermedades de la piel, por lo que en animales con problemas dermatológicos (alérgicos o no) es preciso realizar un fuerte control de las pulgas.

En las alergias frente a alimentos o a ciertos materiales (plásticos, detergentes, alfombras...) la supresión del agente desencadenante suele ser también posible y es el mejor tratamiento. En los casos restantes la terapia más eficaz son los corticoides (cortisona y derivados). Se trata de productos muy eficaces, pero también algo peligrosos, que deben administrarse siempre bajo prescripción del veterinario. Como ocurre con muchos productos farmacológicos la aparición de efectos indeseables depende en gran medida de la pauta de utilización del producto: dosis, vía de administración, duración, etc. Bien utilizados los corticoides son un arma de gran utilidad en el control de los procesos alérgicos.

Una de las grandes decepciones que acostumbran a sufrir los propietarios de perros y gatos alérgicos es comprobar que el proceso reaparece (generalmente despues de una mejoría rápida y evidente) cuando se interrumpe la medicación.

No hay que sorprenderse; las alergias no se curan y muchos animales deben medicarse durante largos periodos de tiempo o durante toda su vida. No hay que esperar curaciones milagrosas. En caso de que el animal no tolere bien la medicación con corticoides hay varias alternativas que los veterinarios conocen bien (antihistamínicos, inyecciones, desensibilizantes, ácidos grasos esenciales...)

En resumen las alergias son procesos de origen genético que afectan a un considerable porcentaje de perros y gatos. No es posible su curación pero sí su control, si propietario y veterinario cooperan buscando las causas y la pauta de tratamiento más eficaz para cada caso concreto.

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