martes, 18 de diciembre de 2007

Período crítico o Imprinting

En el cachorro, cuando tiene la edad que va desde la cuarta semana de vida hasta la duodécima, se produce un fenómeno conocido como período crítico o imprinting.

Se trata de una etapa crucial para que el perro alcance de adulto el equilibrio emocional y psíquico que es de esperar. El imprinting es la primera huella imborrable que quedará en el animal y que condicionará el resto de su vida, afectando a la socialización con otros perros, con los seres humanos y con la integración jerárquica en su "manada".

Es fundamental que el amo esté muy bien documentado al respecto para no tener una desagradable sorpresa y frustración en el animal, por los problemas que puede causar un imprinting deficiente. Por ejemplo, la inseguridad que se transforma en ataque súbito por miedo, las riñas con otros perros, el temor a los seres humanos o la incapacidad de realizar una tarea por ejemplo, en el adiestramiento.

Por todo ello, es muy conveniente solicitar al veterinario toda la información relativa al imprinting, así como preguntar todas las dudas que puedan surgir. De esta forma, se podrá abordar este periodo con plenas garantías de éxito, algo que, sin duda, se agradecerá en la futura convivencia con el animal.

Principales cuidados:
Para que el cachorro se convierta en un adulto sano y con un carácter estable, necesita cuidados a todos los niveles, es decir, físicos, emocionales y psíquicos.

En el apartado físico, está un buen plan de alimentación; las desparasitaciones internas (para acabar con las vulgarmente conocidas lombrices) y las desparasitaciones externas (las pulgas y garrapatas, principalmente). El cuidado del pelo con limpieza diaria con un paño húmedo y el cepillado, evitando quitar la protección grasa que el cachorro tiene en la piel con baños hasta los seis meses como mínimo. Dicho de otra forma, si se desea un pelo sano, brillante y fuerte, lo mejor es no bañarlo hasta los seis meses, y si se puede prolongar hasta el año, mejor. Además, se debe seguir el plan de vacunación que aconseje el veterinario.

En el ámbito emocional, el cachorro necesita integrarse en la "manada" donde vive, gradualmente y sin traumas. Los juegos resultan indispensables para potenciar sus habilidades innatas (por ejemplo, tirarle una pelota o jugar al escondite, lo cual le obligará a olfatear dónde se encuentra su amo, cosa que cuando se ponga sobre una pista de rastreo, el ejemplar desarrollará con precisión y alegría).

A nivel psicológico, es fundamental que tenga lugar un imprinting adecuado. Hay que estar informado de cómo educarlo y enseñarle las normas básicas de convivencia. Nunca se debe asustar ni castigar a la pequeña mascota, que aceptará de buen grado un sonoro NO cuando haga algo inadecuado.

De igual forma, sabrá valorar positivamente un trato justo, pero no aceptará la tiranía ni las reprimendas que no sea capaz de entender. Por ejemplo, es frecuente dar al cachorro zapatos viejos para que juegue, pero cuando toman uno nuevo para seguir disfrutando con él es reprimido duramente. Un perro pequeño nunca logrará entender por qué si con un zapato es felicitado, a qué se debe el disgusto del amo si él toma otro. Es importante, por tanto, que el cachorro tenga sus juguetes propios.

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