martes, 12 de febrero de 2008

Moscas: mensajeras del horror

Las moscas, esas molestas criaturas que, caprichosas, rondan y palpan nuestra cara durante la siesta veraniega. ¡Cuantas moscas son culpables de nuestra falta de sueño!


Pero este insecto, perteneciente a la familia de los dípteros, no sólo pasa sus escasos días de vida molestando a las personas. Su extensión va mucho más allá, pues se trata de un “bicho” que vive prácticamente en cualquier hábitat terrestre.

Como cualquier otro ser vivo, trata de extenderse por el mundo, y por lo que se ve, es uno de los seres aventajados.

La mosca transmite gran cantidad de enfermedades a personas y animales, entre las que se incluyen fiebre tifoidea, cólera, y salmonelosis. Además, no podemos olvidar la existencia de la mosca tse-tse, cargada de su mortal enfermedad.

Parece ser que estos que consideramos insignificantes animalitos llevan existiendo desde hace treinta y cuatro millones de años, alimentándose con facilidad de la sangre de cualquier otra especie, incluso de sus excrementos. Esto explica la clásica expresión: “las moscas siempre van a la m…”.

Resulta sorprendente la cantidad de tipos que existen, y aunque a primera vista todas nos parecen iguales, existe mucha variedad: entre ellas encontramos por ejemplo a la mosca abejorro, mosca de la col, mosca de la cebolla, mosca blanca, mosca del rocío o mosca doméstica.

Sin embargo, las moscas contribuyen al equilibrio del ecosistema, ayudando a la descomposición de cadáveres, a los que acuden con urgencia. Seguramente pueden verlos fácilmente con sus dieciocho mil ojos. ¡Quién los tuviera!

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